3 de enero de 2010

Tenemos que hablar.

La típica frase. Todos somos culpables de haberla dicho, es hora de admitirlo. Pero digamos que decirla y a los pocos segundos decir eso que teníamos que hablar… es mucho más llevadero a que te avisen que HAY QUE HABLAR y la rematen con un “pero después” o un “pero ahora no”, osea, ¿Cuál es el fin? ¿Tenerme con una verg* de 40 metros atascada en el recto? Bueno, *se pone de pie y aplaude* TE FELICITO, PORQUE LO LOGRASTE. Porque digamos que si sos como nosotras y tenés mucho tiempo al pedo y una imaginación bien frondosa, vas a flashear 12467975 posibilidades con 56487468 situaciones posibles y 54584 millones de diálogos que se pueden dar en la tan ansiada charla. Igualmente, NO SÉ COMO, pero siempre termina siendo otra cosa, es más hasta muchas veces termina siendo una boludes y a vos te dan ganas de darle un churrascazo en la nuca y decir: DALE PAJER*, PARA ESO ME TUVISTE 6 DÍAS CON UNA PORONG* DEL TAMAÑO DE UN FITITO METIDA EN EL ORT*? (Igualmente le agradeces a Dios que sea una boludes, teniendo en cuenta las millones de cagadas que te habías mandado por las cuales podrían haberte cagad* a corchazos que ya se te habían pasado por la cabeza previo a la charla) Digamos que dicha frase se puede aplicar a muchos casos. Cuando es uno quien la usa y a los pocos minutos cuenta lo que pretendía decir, es una forma de abrir el paraguas, anticipar que se viene una tormenta, es tratar de decirle al otro con mucha carpa que le vamos a contar algo que le va a caer como un ladrillazo en medio de la frente. También puede ser acompañada de la gran “te digo, pero no te enojes” o alguno de sus derivados para cubrirnos un poquito el cul* a la hora de que venga una patada dirigida a nuestras nalgas. Ahora, cuando es otro quien lo usa para/con nosotros… enseguida pensamos: UH LA PUT* MADRE QUÉ HICE o peor aún: LA CONCH* DE LA LORA, DE QUÉ SE ENTERÓ. Y en ese segundo después de que nuestro corazón recuperó su movilidad normal, se nos cruzan cuatro mil excusas para usar en cada una de las tres mil quinientas cagadas que nos mandamos, más quinientas de reserva por las dudas que el resto no sirva. Así que hoy hacemos nuestra buena acción del día y te aconsejamos. Si tenés algo que decir, no lo avises 120 días antes, hablalo cuando lo tenés que hablar, cuando ya tenés los huevitos bien ubicados para poder decir las cosas y dejate de romper las pelotas. Porque que avises con una semanita de anticipación no ayuda at all pibe. Solo empeora los nervios, las ganas de cagart* a cascotazos la casa y demases cosas que no te interesaría saber. Además es ley que luego de tan famosa frase, siempre viene una mala noticia… ¿quién sería tan mogólico de contar algo bueno después de tirar esa frase que hace que se te ericen hasta los pelos del ojet*? Así que tampoco intentes tratar de calmar la situación diciendo: “Pero no te preocupes no es nada malo”, porque HELLO, YA HASTA RUDOLF EL RENO DE NARIZ ROJA DE EL GORDO BOLUD* DE PAPA NOEL SABE QE ES UN PROBLEMA. Say no more. Paw y Chule. (aunque es 2010 seguimos igual de fracas)